MANIFIESTO

La ciencia, al estudiar y establecer que el agua es un elemento esencial para la vida, está a su vez corroborando un conocimiento ancestral que diversas culturas alrededor del mundo han sostenido desde el ámbito de lo tradicional o lo mítico. Desde la India, en los Veda, donde se afirma que el agua es la que mantiene la vida que circula por toda la naturaleza en forma de lluvia, savia, leche o sangre. 

En la cuenca del Amazonas, donde culturas como la Shipibo-Conibo ven en la figura de Ronin, la serpiente cósmica y acuática, un agente divino que viene desde el agua dulce, lugar donde el mundo se origina y donde se conserva la lengua que conecta todo lo vivo.

En el caso del pueblo Mapuche, para quien el agua no es únicamente un elemento que da inicio a la vida, sino que es vida misma, por lo tanto una entidad física que tiene espíritu, lo que a su vez la convierte en newén, una energía. Como tal, no puede vivir sola, necesita de otras entidades energéticas y convivir en un sistema de cooperación en diversidad. 

En el Centro de Estudios del Agua nos consideramos abiertos a los conocimientos ancestrales aunque a veces sean una herencia interrumpida o indirecta. Igualmente nos involucramos con el mismo ímpetu en prácticas culturales contemporáneas como la observación, reflexión y la invención en la contingencia del mundo que nos circunda. 

Sostenemos que la observación, la reflexión y la imaginación hermanan a las Artes y las Ciencias; les permiten dialogar entre sí y a su vez vincularse con tradiciones de diversas culturas y con los territorios en que éstas se gestan. Sostenemos también que la relación a desarrollar entre estas disciplinas y prácticas puede ser de colaboración y aprendizaje significativo. Que si este ejercicio es puesto en función del estudio del agua, al ser ésta un elemento central para la vida y la cultura, las retribuciones de ese ejercicio colaborativo pueden ser insospechadamente profundas y vertiginosamente transformadoras.

En el Centro de Estudio del Agua (CEA) buscamos activamente esa profundidad y trabajamos por la transformación personal y colectiva. Entendemos ese objetivo como una misión vinculada tanto con la política como con la conciencia que permite una nueva relación entre especies y con el planeta. Buscamos, por lo tanto, establecer un campo de acción en las Artes, en las Comunidades, en el Territorio y también en cada uno de nosotros.

Nuestra relación con el agua parte en lo material, se dirige a lo cultural y pasa por un cambio interior. Aquello que los herméticos medievales llamaron el océano primordial lo entendemos como una predisposición hacia la naturaleza basada en el respeto y en un permanente asombro. En este respeto y asombro basamos nuestras inquietudes en el arte, el diálogo con la ciencia, la Educación Activa y Activista, así como la relación con los territorios cruzados y nutridos por el agua.

Consideramos que nuestra relación con el planeta, la naturaleza, el paisaje, el territorio y la biodiversidad es eminentemente cultural, innegablemente histórica, heredera de tradiciones, mediada por la ciencia y la tecnología; sin embargo hemos escogido las artes y el conjunto de la imaginación humana como nuestro vehículo de expresión. Desde las artes es posible fortalecer la cruzada de científicos, educadores y activistas por cambiar nuestro modelo de desarrollo extractivista, pues entendemos que se trata de un esfuerzo de transformación cultural.