Cerro Moreno, uno de los oasis de niebla más densos del Desierto de Atacama, conserva vestigios de una importante ocupación humana, así como también de la cacería del guanaco. ¿De dónde obtendrían entonces el agua para su subsistencia?. El eco-antropólogo1 Horacio Larraín hizo una exploración a mediados de los años sesenta donde pudo observar a familias de guanacos bebiendo el agua de la camanchaca (la niebla costera del norte de Chile) condensada en su tupido pelaje: se lamian los unos a otros.
1. La eco-antropología, término acuñado por Larraín, busca enfatizar el estudio de la relación íntima entre la geografía (paisajes) y las formas culturales que los ocupan, revalorizando el escenario geográfico, los recursos y las características del medio-ambiente natural en que se insertan
Años más tarde Larraín conocería al físico Carlos Espinoza, quién lo introdujo en el oficio de atrapar el agua de la camanchaca mediante la tecnología del atrapaniebla. Impresionado por la posibilidad de entregar agua de la mejor calidad, tanto para la vida humana en caletas alejadas y ciudades, como para irrigar ecosistemas desérticos, trastornados por una creciente y pavorosa desertización, Larraín se embarcó a comienzos de los años ochenta, junto a sus colegas del Instituto de Geografía de la Universidad del Norte2, en una exploración a la que dedicaría su vida.
2. Horacio Larraín Barros es Magister en Arqueología por la Universidad Nacional Autónoma de México (1970); Magister (M.A. 1979) y Doctor (Ph.D. 1984) en Antropología Social por la State University of New York (Stony Brook). Posee estudios avanzados en Biología y Geografía (Innsbrucker Universität, Universidad Católica de Valparaíso y Santiago, y Universidad de Chile).
Buscando mejorar los modelos y productividad de atrapanieblas anteriores, diseñó junto a su alumno Nazareno Carvajal una estructura de madera, soportada en base a dos postes de eucaliptus bien anclados a tierra, entre los que se despliega como una cortina, una malla raschel. Las medidas de un atrapanieblas pueden variar entre 1 y 90m2, debe ser instalado de cara al sur este, y a una altura de entre 650 y 950 msnm., pudiendo capturar hasta 5 litros de agua, totalmente potable, por metro cuadrado al día. Inicialmente éstos se instalaron en la zona del Tofo, región de Coquimbo a unos 30km de la costa del Océano Pacífico. Larraín, gracias al apoyo de la geógrafa Pilar Cereceda, creó allí su primer laboratorio de nubes, abasteciendo el lugar con suficiente agua para el consumo diario, y logrando acumular hasta 3,000 litros al día.
Dado el éxito de esta investigación, continuaron experiencias en otros oasis de niebla del norte de Chile como Alto Patache, Cerro Moreno y Chañaral. En este último se encuentra actualmente uno de los casos más exitosos, la comunidad de Chañaral creó la Asociación de atrapanieblas logrando instalar más de 20 aparatos, creando depósitos de agua y cultivando hortalizas, plantas medicinales y flores, abasteciendo de agua dulce a una importante comunidad costera, donde el recurso hídrico era escaso o nulo. La camanchaca es una fuente de agua para el futuro, dice Larraín, quien aún espera poder ver el desarrollo industrial de la cosecha de nubes.
Bajo el contexto actual de cambio climático los estudios estiman que para el 2030 casi la mitad de la población mundial vivirá en zonas de estrés hídrico, en este escenario las investigaciones lideradas por Larraín en los últimos cuarenta años, nos ofrecen la oportunidad de proveer agua dulce a bajo costo y de una forma creativa.
En 2012 la curadora Chus Martínez contactó a Larraín para saber detalles de su experiencia con la camanchaca e invitarlo a ser parte de una de las exposiciones más importantes del mundo: la Documenta de Kassel, que en su edición número 13 ponía el foco investigaciones realizadas en diversos campos científicos y artísticos, así como otros conocimientos, tanto antiguos como contemporáneos. Larraín envió 600 diapositivas de las experiencias ya descritas, las que actualmente forman parte de la colección de esta institución.
Fotografías. Horacio Larraín Barros
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