El sábado 7 de mayo de 2022 esta comunidad de Putaendo Arriba celebró una Rogativa por el regreso de las aguas. Fue más que eso. Allí existe la voluntad de volver a vivir hermanados a la Naturaleza.
“Madre nuestra que estás en la tierra / alabados sean tus mil nombres sagrados”, clama la invocación de la chamana Carmen, y aquí resuenan tres: la Madre Tierra, la Pachamama y la Virgen de Lourdes. Toda la comunidad de Los Patos camina en torno del anda de la Virgen hacia el amplio zócalo erosionado en donde antiguamente confluían el río Rocín y el estero Chalaco dando nacimiento al río Putaendo: había mucha agua.
La pequeña comunidad cordillerana está de fiesta. Se trata de una Rogativa a las lluvias, los ríos y la nieve. Que no falten, pues sin ellos no se puede vivir. Entonces, entre el bullir sagrado de plegarias y cánticos, se renueva el recuerdo y la esperanza por el trigo, los porotos, el maíz y la alfalfa que allí se sembraban tanto. “Soy nieto de crianceros”, dice un joven que necesita pasto para sus chivitos heredados.
La Agrupación de Extensión Cultural Paso la Frontera es la que convoca. Hace tiempo se hicieron eco de que la comunidad no quiere morir y saben que para ello deben ser más montañeses que nunca. Deben volver con fuerza a lo que siempre fueron: una comunidad cordillerana y milenaria, nacida de la cultura que propone esa naturaleza bravía.
Las bellas jovencitas y los jóvenes del Servicio País, tan amables, reciben a unos pocos invitados. Es que ésta es una fiesta comunitaria, casi familiar. Las señoras del lugar se afanan preparando panes y pasteles de antiguas recetas locales.
PUPITRES, CHILCAS Y BAILAHUÉN
Lo primero que se ve al llegar es una amorosa muestra de objetos antiguos; quizás es un modo de decir que también hay una historia que alimentar. Son objetos pequeños que engrandecen el recuerdo: una plancha a carbón, máquinas para cortar el pelo, clavos forjados, unas talegas de cuero para poner sobre las mulas, un lazo, otro lazo, espuelas… Quizás lo más evocador sean un par de pupitres que pertenecieron a la antigua Escuela Arriero Justo Estay, mucho después de los tiempos en que eran los carabineros y sus esposas los que enseñaban a leer y escribir a los niños.
Este pequeño Museo provoca conversaciones y entusiasmos. Ya piensan en hacer un herbario magistral: médico, mágico y bello. Plantas no faltarán. A la orilla del río se ven chilcas, cortaderas con sus colas de zorro, huingán, sauces… No mucho, aunque el agua rogada seguro que traerá poleos, llareta, clarillos, carabelas, bailahuén. Ojalá que también alcance para hacer verdear el culén y el palqui.
No solo plantas. Hay que recuperar el paisaje cultural: todo lo que se construyó desde hace 8 mil años. Todo lo que daba sentido al vivir desde sus lugares: Las Trancas, El Llano, El Potrerillo, los Corrales del Chalaco, la Loma de Soto, El Fraile, La Cayúa, La Avanzada, El Aletón, La Mano India…, en fin, volver a darle valor a lo que alguna vez dio tanta calidad hogareña y territorial al mundo de Los Patos.
CABALLITO BLANCO
¡Qué belleza de fiesta! Los chinos de la Cofradía San Victorino de Lourdes, de la Quebrada de Herrera, con su alférez Oscar Montenegro –que en realidad se llama Caballito Blanco–, ya han llegado. Se disponen a la orilla del río y comienzan, con sus flautas, ese eterno diálogo bitonal que conecta siglos y siglos de historia. Allí, el tamborero Diego Otárola despliega toda su agilidad joven para que la Pachamama de Lourdes escuche el ruego de la comunidad y mande un agüita. El chino y poeta Cristián Cruz piensa que se aproxima una “bella noche para bailar rock”. Todos son caminos ancestrales y modernos hacia el agua.
Caballito Blanco canta: “En la flauta y el tambor, lo digo con energía, para acompañar la Imagen, en este bendito día. // El agua se están robando, los paltos y la minería, y el problema es más serio, y es más seria la sequía. // El agua mayor sustento, lo digo y así me ataco /no te olvides del favor / las riberas del Chalaco. // En mi canto no hay engaño, yo le digo la verdad, / que no se pierda la fe, en esta Comunidad”.
Los poetas y cantores a lo divino también han llegado. Acomodando sus cuerpos y guitarras se adivina la sabiduría y esperanza que entregarán desde su canto. “Lo que pasa, es que si no hay agua se pierde la vida”, dice una señora. Y así piensa toda esta comunidad de Los Patos.